Estos concursos tienen por finalidad el mantenimiento de las tradiciones camperas en lo referente a la costumbre gauchesca de ensillar, para las fiestas patrias o patronales, el mejor caballo con las mejores "prendas", o sea con los arreos de montar de lujo, ya sea "chapeados", con aplicaciones de chapas y adornos de plata, o con prendas realizadas en cuero crudo, más conocidas como "sogas".
Los concursantes lucen piezas que en algún caso son históricas, pero que en la mayoría, han surgido de insuperables trabajos de artesanos contemporáneos.
Prendas dominguerasLos jinetes se presentan vestidos con prendas "domingueras". Cada categoría de emprendados requiere un atuendo que se adapte a la época y región en que cada uno de esos aperos fue usado. La vestimenta de color negro, camisa blanca, bombacha, corralera y chambergo de fieltro, pañuelo al cuello y bota negra y alta se ha generalizado para la presentación de aperos que se utilizaron a partir de 1870, cuando la bombacha comenzó a sustituir al chiripá, prenda de vestir típica del gaucho desde el siglo XVIII.
En los últimos años, en las categorías que veremos de "lomillos y bastos porteños", se ha generalizado el uso del chiripá y calzoncillo cribado, y la característica bota de potro, y se ven también sombreros "panamá" de paja y ala ancha, pañuelos "sereneros" atados a la cabeza, y chalecos sin corralera; no falta la rastra con monedas de plata coloniales, sobre tirador negro de charol, y el facón con cabo y vaina de plata. Las grandes y pesadas espuelas "nazarenas" se usan destalonadas colgando de las alza primas, lo que sorprende a muchos espectadores poco conocedores de las antiguas costumbres gauchescas.
Aunque los jinetes no se presentan enfundados en sus ponchos, sino que los llevan doblados y sobre las rodillas, es éste un elemento de gran competencia donde los concursantes ponen especial dedicación (y dinero) y los jurados, particular atención a la hora del juzgamiento, habiéndose generalizado el uso del "poncho pampa" de confección araucana, primitivo lujo de caciques y capitanejos indios.
El concurso se inicia con dos categorías de aperos, de esta primera y gran creación de la cultura gauchesca que se apartó de las sillas españolas para elaborar el "lomillo porteño", el primitivo y más antiguo "recado" criollo.
Esta pieza, que se usó desde principios del siglo XVIII hasta fines del XIX, se dispone sobre varias matras dobladas finas, de confección de telar criollo o araucano, previa colocación de una o dos caronas, ajustado por encimera y cincha ancha de cuero crudo, finamente decorada con tientos retejidos.
Sobre el lomillo va un cojinillo de fino hilo y el sobrepuesto de terciopelo bordado, al igual que la sobrecincha o pegual, recordemos que las piezas del apero servían para cabalgar de día y para dormir bajo el cielo a la noche.
Chapeados y "de soga"Los lomillos chapeados llevan borrenes de plata, de plata el pretal, la cabezada, el fiador, las riendas, los pasadores de las estriberas, los estribos, los adornos del freno, "copas y pontezuelas", y las maneas colgando del fiador.
En los aperos "de soga" no hay pilchas de plata, y se destacan los trabajos de cuero crudo en la cincha y encimera, la cabezada, el fiador, las riendas, las estriberas, el maneador o atador al cogote del caballo, y las maneas, los estribos y las espuelas son de hierro o de asta y madera, llamados "arequeros" por el lugar de su confección.
A partir de 1870, el lomillo fue sustituido por los bastos partidos sin cabezales, pero los arreos son similares ya sea los chapeados o los de "soga".
Se presentan también jinetes emprendados fuera de la usanza del gaucho porteño, en la categoría de "Aperos Regionales", donde se lucen particularmente los aperos santafecinos, entrerrianos y correntinos de "sirigote" o "malabrigo", y los salteños y cuyanos con sus tradicionales recados de altos arzones para la equitación de montaña.
El caballo representa el 40% del puntaje para la clasificación, el otro 50% es para el apero y el 10 % para el jinete, su manera de montar y su adaptación y elegancia de conjunto, a criterio del jurado.
La equitación gauchaComo se trata de concursos tradicionalistas, no podemos dudar de que el caballo que fue utilizado por el gaucho, el campero, el capataz y el patrón hasta la segunda mitad del siglo XIX sin mestización alguna, fue el caballo Criollo, que es el que hoy se ha generalizado en las competencias que vemos en la Sociedad Rural.
La equitación es la clásica gauchesca, con el recado en el medio del lomo, el manejo con la mano izquierda y el rebenque en la derecha, el cuerpo erguido y la estribada larga con el estribo en la punta de la bota, se presenta el montado al trote y al galope, no sólo para analizar sus movimientos, sino también, la elegancia campera del jinete y su posición en la silla al acompañar los andares de su flete.
Contra muchos que critican de anacrónicas estas presentaciones pienso que frente a la globalización de las costumbres, y el riesgo de pérdida de la identidad nacional, en algo tan argentino como las ancestrales prácticas ecuestres y lujos camperos de nuestros gauchos, mayordomos y patrones, estos concursos han actualizado la vigencia de la equitación campera y del caballo criollo, el aprecio y revalorización de las pilchas y aperos gauchescos, algunos casi olvidados y otros perdidos o deformados, y la promoción de los plateros y sogueros contemporáneos, y tradicionales a la vez.
Por Fernando Romero Carranza
Para LA NACION
El autor es jurado de emprendados, pintor de temas rurales, investigador e historiador de nuestras tradiciones.
Los invitamos a visitar nuestra Galería de fotos donde encontrarán fotos del Concurso de emprendados de Palermo 2009
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Caballos Criollos